Si hubiera que elegir alguna militancia proclive al cuestionamiento de la institución partidaria, con toda seguridad esa sería la militancia humanista. Es que el humanismo mismo partió como una corriente que se negó a ser partido por varios años y que solo se constituyó como tal un buen tiempo después, y en medio de un contexto donde los partidos estaban prohibidos y las dictaduras reprimían con todo la movilización política de los pueblos en Latinoamérica.
Además, las y los humanistas hablan del trabajo interno, de la necesidad de la transformación personal y social simultánea, de la búsqueda espiritual, de la importancia del movimiento social y la democracia directa… y todo aquello no parece tan cercano a la imagen clásica de un partido. Entonces ¿por qué existe un Partido Humanista, si los mismos militantes humanistas parecen ser no tan partidarios?
¿Por qué hay un Partido Humanista, que además cumple 36 años en estos días? La respuesta está, probablemente, en las mismas convicciones humanistas que cuestionan al Partido y, a la vez, lo hacen posible.
Surgido a fines de los años sesenta, el Humanismo se propone la modesta tarea de llevar a cabo una revolución total de nivel internacionalista. Además de lo ya comentado más arriba, sus temáticas tienen que ver con el ecologismo social, la transformación económica hacia un cooperativismo que termine con el capitalismo, la democratización radical de las sociedades, la eliminación de las fronteras y una organización y movilización tal que logren superar la violencia personal y social en el mundo.
Mirado a la rápida, parece emparentarse con ciertos sueños libertarios que tantas veces han surgido en distintos puntos del planeta y que plantean que la acción humana puede hacer en el mundo un cambio histórico positivo. Pero el Humanismo tiene una diferencia radical con todas las corrientes más utopistas: la decisión concreta y material de intentar llevar a cabo el cambio en este mundo, en este real, difícil, complejo y extenso mundo.
“Entre las aspiraciones humanistas y las realidades del mundo de hoy, se ha levantado un muro. Ha llegado pues, el momento de derribarlo. Para ello es necesaria la unión de todos los humanistas del mundo”, plantea el Documento Humanista. Y en ello se resume la decisión de las y los humanista de crear, mantener y empujar un Partido Humanista.
Porque en medio de discursos de sumisión y derrota, en medio de propuestas de acción puntual y acotada, en medio de articulaciones específicas y sectoriales, las y los humanistas plantean con su Partido Humanista nada más y nada menos que la pretensión de tener en un país una articulación que como mínimo sea de carácter nacional, una coordinación que implique poner en la misma dirección a distintas generaciones, territorios y luchas, y una organización que sea capaz de estar presente en todo un país y disputar todos los espacios posibles para empujar por el cambio. Nada menos que eso.
O sea, tener un Partido Humanista significa, ni más ni menos, que tener la certeza y la convicción de que lo local y lo global tienen que estar en sintonía. De que hay que cualificarse y organizarse, de que hay que hacer y avanzar, de que hay que ponerse de acuerdo e incluso empujar todos aún cuando hay desacuerdos. De que hay que hacer de todo, pese a todo y contra todos, menos renunciar a la perspectiva de lograr un cambio grande, concreto y profundo.
Por eso hay un Partido Humanista, porque en un mundo que tiene Estados, instituciones, culturas, regiones y complejidades inabarcables por una sola individualidad, se hace necesario, se hace fundamental, una acción colectiva de escala global.
Y porque toda articulación de ese nivel conlleva riesgos y dificultades, esa articulación tiene que ser humanista, esto es, crítica, porfiada, cuestionadora de sí misma, tensionadora de aquello que va creando para que en los momentos críticos nada de lo que se ha ido armado termine por traicionarse a sí mismo. Para que ninguna herramienta se vuelva contra el propósito que animó su creación. Para que ninguna revolución desilusione a sus constructores.
Para que a 36 años, hoy podamos decir por eso Partido, por eso Humanista.
Ignacio Javier Torres